Manejo de la ira: cómo ayudarlo a usted y a sus hijos a mantener el control
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Todos se enojan de vez en cuando, tanto los padres como los niños.
La ira es una emoción normal que forma parte de la respuesta de “lucha o huida” . Esto significa que es una emoción que nos informa que algo en nuestras vidas es amenazante, frustrante, perturbador o injusto. Muchas situaciones nos hacen sentir enojados, como conflictos en nuestras relaciones, dificultades con el trabajo escolar, sentirnos irrespetados, despreciados o incomprendidos, recibir una calificación que se siente inmerecida y muchas otras.
La ira no siempre es mala. Puede ser útil si nos motiva a enfrentar un desafío o corregir algo que salió mal. También puede ayudarnos a esforzarnos más para dominar una habilidad, superar una debilidad personal, como una discapacidad de aprendizaje, o defender lo que creemos.
Por otro lado, la ira puede ser dañina, especialmente si es excesiva.
La ira puede dirigirse hacia afuera o hacia adentro. Las expresiones externas de ira incluyen comportamiento agresivo , como rabietas en niños pequeños, gritar a alguien o, más raramente, arrojar cosas, golpear una pared o atacar físicamente a otros. Las expresiones internas de ira, o “golpearse a sí mismo”, son momentos en los que nos ponemos furiosos, o nos devaluamos o degradamos. A veces, la ira no se expresa en absoluto , sino que hierve a fuego lento sin que nos demos cuenta de lo enojados que estamos.
En cualquier caso, la ira expresada o reprimida puede tener un costo negativo significativo en nuestra salud, relaciones y actividades diarias.
Consecuencias de la ira excesiva
- Salud física. La ira severa puede ser crónica u ocasional. En cualquier caso, puede causar presión arterial alta, falta de sueño, problemas hormonales o debilitar su sistema inmunológico.
- Salud mental. La ira de larga duración puede contribuir a la depresión, ansiedad, abuso de sustancias, estrés, pensamientos nublados, sentimientos de culpa y baja autoestima.
- Las explosiones de ira manifestadas en las relaciones pueden causar rupturas, evitar la resolución de conflictos (o contribuir a crear conflictos más profundos) y afectar negativamente su imagen. Las frecuentes expresiones de ira pueden llevar al rechazo y al aislamiento. Puede hacer que otros no confíen en usted.
- Actividades: trabajo y deportes. La ira puede interferir con la capacidad de hacer el trabajo escolar o colaborar con sus compañeros en proyectos escolares, equipos deportivos o en un trabajo a tiempo parcial. Si bien las discusiones reflexivas o críticas, incluso los debates, pueden ser útiles y productivos, los arrebatos de ira hacia los compañeros o las autoridades pueden resultar en informes académicos negativos, en la banca o en el despido.
Maneras de controlar la ira: consejos para niños y padres
A continuación se muestran algunas formas en las que los niños y los padres pueden controlar la ira. Estas habilidades deben adaptarse a la edad de su hijo y, para todos, deben practicarlas de forma regular. Una cosa a tener en cuenta es que algunas personas nacen más fácilmente enojadas que otras. A esto se le llama “rasgo de agresión” o “rasgo de ira”. Todos nacemos con ciertas cualidades heredadas: algunos de nosotros generalmente estamos tranquilos, otros más nerviosos, algunos más fácilmente frustrados y algunos más propensos a la irritación y la agresión. Para aquellos con rasgo de ira, es especialmente importante trabajar en las habilidades de manejo de la ira, pero es mucho más difícil. ¡Síguelo!
- Sepa cuándo está enojado. A veces no nos damos cuenta de que estamos enojados y simplemente explotamos. Otras veces, la ira oculta simplemente nos carcome. Ayude a su hijo y a usted mismo a reconocer cuando está enojado. Esto puede incluír notar signos físicos de ira: frecuencia cardíaca rápida, tensión muscular, dolores de cabeza, respiración más rápida, malestar estomacal o apretar los dientes. También puede haber signos mentales: falta de concentración, obsesión por algún evento o insulto, sentirse estresado, preocupado o excitado. Si usted y sus hijos saben cuándo está enojado, todos tendrán una mejor oportunidad de manejarlo.
- Identifique los factores desencadenantes. Todos tenemos ciertas experiencias que nos hacen “ver rojo”: esperar en largas filas, comentarios irrespetuosos de amigos o familiares, pantallas de computadora congeladas, estropear una tarea o un evento deportivo. Conocer y reconocer las actividades o indicaciones de la vida diaria que nos impulsan nos da tiempo para planificar con anticipación, alejarnos, tomarnos un descanso o utilizar una técnica para modificar nuestros pensamientos, emociones y comportamiento.
- Controle los pensamientos. Cuando está enojado, nuestros pensamientos pueden volverse exagerados, distorsionados o incluso catastróficos. Por ejemplo, su adolescente, que tiene un conflicto en una relación, puede pensar: “¡Siempre me critican, nunca me respetan!”. O, “¡Nunca obtengo lo que necesito, nunca!” Cuando encuentra que su hijo (o usted) piensa de manera dramática, en blanco o negro, todo o nada, usar una técnica de terapia cognitivo-conductual (TCC)puede ser increíblemente útil para desinflar los pensamientos exagerados. Al hacer esto, se reduce la ira. La habilidad es debatir contigo mismo. Enseñe a su hijo a preguntarse: “¿Es esto real y totalmente cierto? ¿Alguna vez obtengo respeto y obtengo lo que necesito? ” Si su hijo o usted responde honestamente a estas preguntas en su propia cabeza, por lo general modificará los pensamientos exagerados y los hará más realistas: “Bueno, a veces me respetan y consigo lo que necesito. No es todo el tiempo. ¡Pero seguro que así se siente!” Este tipo de reestructuración mental es extremadamente valioso para moderar la ira.
- Técnicas de relajación. El uso regular de la meditación, el yoga o el estiramiento es muy útil para calmar los sentimientos de enojo. Piense en otras formas en que usted y su hijo adolescente se relajan: escuchando música, bailando, viendo una serie de televisión o leyendo. Una cosa importante a considerar: una técnica de relajación NO es recurrir al uso de sustancias. Si bien el alcohol, el tabaco u otras drogas, de hecho, lo calmarán, cuando se usan para “automedicarse” los sentimientos de enojo, esto puede conducir a un uso crónico o adicción. Un hábito peligroso es consumir una droga para controlar los sentimientos y, con el tiempo, este puede ser un hábito difícil de romper.
- Ejercicio. El ejercicio diario o ir a correr o hacer ejercicio cuando está alterado es una excelente manera de calmarse y restablecer su sistema emocional.
- Alargue la mecha. Cuando usted o su hijo están enojados, esa ira puede alimentarse por sí misma y aumentar en intensidad. Cuanto más tiempo dejamos entre nuestro impulso de reaccionar y nuestra reacción real, es menos probable que tengamos una respuesta de enojo a una situación cargada. Todos podemos entrenarnos para separarnos de la situación que nos enoja. Tómese un descanso de una conversación acalorada o aléjese físicamente de una situación frustrante. También puede intentar usar la distracción para desviar su atención de lo que lo enoja. Ejemplos de esto para sus hijos pueden incluir comenzar una actividad que requiera atención, como jugar un videojuego, trabajar en una tarea o practicar un deporte, como salir y jugar al aro.
- Use humor. Muchas veces, cuando estamos enojados, relajarnos utilizando el humor es una buena Conocerá mejor a su hijo en cuanto use esta estrategia. Si usted o su hijo están en una disputa con un amigo, intente hacer bromas sobre la situación y reírse de lo que está pasando. Asegúrate de no reírte de la otra persona, ¡ríete con ellos! O mira una película o un clip divertido de YouTube. La clave es convertir la energía emocional de la rabia en humor.
- Tengan conversaciones frecuentes y practiquen juntos. Es muy importante hablar con sus hijos sobre su enojo y las formas de manejarlo. Esto aumenta la conciencia de la ira y las formas en que todos podemos controlarla. Como padre, cuando se siente enojado, no hay mejor manera de calmarse que hablar y sentirse apoyado por una persona de confianza. Y recuerde, ya sea que hable con sus hijos o un amigo, trate de no dejar que la conversación se convierta en una perorata y ayude a redirigir la conversación si lo hace. El desahogo de la ira solo puede engendrar más ira. Y para controlar su propia ira, tenga cuidado de no usar a sus hijos como confidentes, sino más bien, recurra a otro adulto de confianza, como una pareja, un hermano o un buen amigo. Trate de usar sus conversaciones para ayudar a resolver problemas, ver las cosas de manera diferente y poner pensamientos y sentimientos en perspectiva. También es muy útil practicar las habilidades administrativas con sus hijos. Muchas de las técnicas se pueden realizar juntas.
- Busque servicios de salud mental. Los episodios frecuentes de ira pueden ser un síntoma de un trastorno de salud mental como depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, abuso de sustancias u otro trastorno. O puede ser un problema con una amistad, pareja romántica, relación familiar o ser víctima de acoso escolar. Cuando usted o sus hijos se sientan estancados y ninguna de las estrategias les está ayudando, es importante buscar una evaluación de un profesional de la salud mental. Si se identifica un trastorno psiquiátrico o conductual subyacente a partir de la evaluación, puede resultar en la recomendación de medicamentos adecuados para tratar el trastorno, así como asesoramiento psicológico.
- Recuerde: sus hijos aprenden de usted. Como padres, tenemos una enorme influencia en el comportamiento de nuestros hijos. No importa la edad, nos observan y se identifican con nosotros. Este proceso lleva a nuestros hijos a utilizar formas similares de reaccionar ante todo tipo de situaciones, y una de las razones por las que algunos comportamientos se repiten de generación en generación. Por lo tanto, si deja que su enojo se salga de control en respuesta a un evento, es probable que sus hijos, especialmente los niños pequeños, vean esto como una norma, lo asimilen y lo repitan a su manera. Si bien controlar la ira es importante para su propia vida, también es importante para el desarrollo de sus hijos y las respuestas aprendidas a situaciones difíciles y frustrantes. Esta es una razón más para conversar: si pierde el control de su enojo frente a sus hijos (y todos lo hacemos en algún momento u otro), una vez que esté calmado, es aconsejable tener una conversación y disculparse por la forma en que reaccionó (incluso si no tuviera nada que ver con ellos). Cuanto más vean que todos tenemos cosas en las que trabajar, cosas que podrían mejorar, más incentivos tendrán para seguir su ejemplo y tomar el control de sus sentimientos y comportamiento.
La conclusión es que la ira es parte del ser humano y puede expresarse para bien o para mal. Si su enojo o el enojo de su hijo está trabajando en su contra, existen muchas formas efectivas de manejarlo.